Para una joven poeta
Estefanía Muñiz1.
Líbrate del común de los lugares,
del azogue tribal de los espejos,
el verbo se hizo carne con pellejo,
no te inmoles en fuegos malabares.
Profanando neoclásicos altares,
cuando, estando tan cerca, estemos lejos,
baila con una tibia de Vallejo,
al son de un rhythm and blues por soleares.
Ven a sembrar palabras encendidas,
ponle sal y vinagre a la tormenta,
búrlate de mi muerte con tu vida.
Pásate de la raya a pie de imprenta,
cuando Sebas se apunte a la mordida
carga tu carabina treinta treinta.
2.
Bipolar, di que sí, porque los polos
pierden el norte cuando el sur naufraga,
porque la fuga es canto, niebla, yaga,
porque en mitad del beso estamos solos.
Luminiscente como las criaturas
que con piadoso afán tejen su nido
entre el prozac, el aleph del olvido
y un guión sin rodar que mata y cura.
Tu sino es la sintaxis del deseo,
los dos dientes de leche de Mateo,
un eclipse de luna en pleno día.
La cadena perpetua de ir nombrando
los cómos, los porqués, los hasta cuándo
que envenenan tu sueño, Estefanía.