Parranda cartagenera
Una tarde en Cartagena
a la hora de sestear
me invitaron a gozar
entre el almuerzo y la cena.
El corazón se desmanda
en la casa de Samper
cuando Pilar, su mujer,
te da güisqui con parranda.
Sarita del narcobollo
me lio con don Rodrigo
un porrito tan criollo
que no sé lo que me digo.
Luego el juglar don Adolfo
mejorando el romancero
nos largó su son entero
estilo cartel del golfo.
Entre costeñas tan tiernas
no me pude reprimir
pa no tener que dormir
con el rabo entre las piernas.
Me arranqué por vallenatos
con permiso de mi socio
que es verraco en el negocio
de hallarle tres pies al gato.
En estas riñas de gallos
no protesta ni el vecino
yo aprendo, bebo y me callo
porque no soy gallo fino.
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