sábado, 22 de septiembre de 2007

Mayo 2006 - Ay Rocio

Ay, Rocío.

Para un torero bueno, triste y viudo

Vomito con los buenos sentimientos
que en tinta rosa exhibe el miserable,
los pacíficos somos tan violentos
que amenazamos envainando el sable.

Alargaron tus últimos momentos
por fax, por internet, móvil y cable,
los estajanovistas del tormento,
moralistas que indultan al culpable.

Excepción de la Regla de Rocío,
siento por ella un negro escalofrío
cada noche que a chorros se nos muere.

Su agonía es el lápiz de los labios
de los guardias civiles monosabios
que saben que no sabes quién te quiere.

Nunca hubo circo show tan repugnante
desde aquel de las niñas de Alcacer,
Dante con boina, verbo delirante,
babas al por mayor, ser o no ser.

Flash en un corazón agonizante,
talón al portador del mercader.
De luto y oro, Ortega, pata alante,
se enfrenta al toro del amanecer.

De vergüenza me inflama el torpe asedio
mediático de ilustres plañideras
de un país de porteras sin remedio.

Luego vuelvo llorando a la aceras
chipioneras del fado, el nunca, el tedio,
Jurado del Rocío de las eras.

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